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Cuando disfrutar de la familia es un lujo

Estos días de Semana Santa estamos en Santa Marta, como ya es habitual, rodeados de algunos hijos y nietos, pero en este año tenemos la suerte de contar también con mi madre, con sus cerca de 93 años, que está atesorando cada segundo que pasa rodeada del bullicio de una familia numerosa, recordando cuando ella era joven y tenía a sus siete hijos pequeños, y sonriendo al ver que la historia se repite siempre, siempre, siempre.

Como bien sabéis, en Viñedos Alonso del Yerro prima la familia ante todo lo demás; desde que terminamos la casa, en 2008, se ha convertido en el lugar de reunión y, según han ido naciendo los nietos, en el campamento continuo donde conviven con sus primos, aprenden unos de otros, juegan, pelean, se adoran y se odian, pero al final del día, grandes y pequeños caen rendidos en la cama después de un día de experiencias inolvidables para ellos. Porque son un batallón, ya está a punto de llegar el nieto número catorce y todo concentrado en trece años…

Es una maravilla tener un montón de pequeños salvajes alrededor, aunque también es una maravilla disfrutar del silencio cuando duermen o se van de paseo. Y te llena de felicidad tener a los hijos contigo en vacaciones, pero también cuando te encierras por la noche en la tranquilidad de tu habitación con el ruido de fondo de las carcajadas de todos ellos compitiendo al Catán, mientras disfrutan de un buen vino.

Considero que es un auténtico lujo poder reunirnos, aunque tengamos que hacer turnos de comidas, ir a la compra dos veces al día, vayamos recogiendo bicis, motos, patinetes, cuando sales al patio… y legos, construcciones y muñecos cuando estás dentro de casa. Sí, de verdad que es un lujo y no lo cambiaría por nada del mundo.

Al terminar el día, en ese momento en que reflexionas sobre lo que has hecho y haces los planes para el día siguiente, no puedo dejar de pensar en lo afortunados que somos por poder compartir tantos buenos momentos y convertir cualquier pequeño acontecimiento de nuestra vida diaria en toda una celebración.

Agradezco a nuestros padres el ejemplo que nos han dado, pasando tiempo con nosotros, educándonos en un ambiente estable y alegre y formándonos para ser, ante todo, buenas personas. Y ahora, cuando veo a mi madre con su última biznieta en brazos y veo la sonrisa de esta última mientras observa a su bisa, sencillamente, me emociona.

¡Brindo por la familia!

-María